Descubre cómo la música y la literatura nos conectan con el mar

Mar, Marasmo, Maravilla

Bocafloja

Dicen que el mar ‘da para muchas cosas’; de procesos, diálogos y figuras retóricas, a capítulos de un millón de historias tangibles que surcan cada detalle de las huellas dactilares en los universos diaspóricos.

El océano personifica un mediador desfachatado que atestigua cada instante y regula la complejidad del tiempo en sí mismo.

La ambivalencia es su constante predilecta, capaz de darnos vida y tortura en la misma ecuación sin reparo, fuente de júbilo, matriz de sanación, puente interconectivo, madre espiritual, botín de esperanza, y a su vez tormenta que nos absorbe bajo el miedo al desarraigo, a la puerta del no regreso, a la falta de un pisar firme, aunque su certeza sea pírrica.

¿Qué mejor ensamble que la música y las palabras para generar y co-crear una narrativa pintada en tonos azules y olas disímiles?

Latinoamérica es todo menos homogénea en el más amplio y extenuante sentido de la palabra, su tradición vernácula está compuesta por un sinfín de texturas que se negaron a someter al rigor de la asepsia de los ‘hablares’ de Castilla e inyectó en su labia una cadencia sublime que nos muestra la heterogeneidad de sus facciones cada cien metros en este viaje inalcanzable por lo contradictorio de su torrente sanguíneo.

Su música lleva consigo el emblema innegable de miles de experiencias afro-diaspóricas que aunque los administradores del poder y del conocimiento se han obstinado en minimizar o exotizar, no han logrado diluir esa esencia preponderante que se desborda sin disculpas de la salsa al tango y del son al maracatu.

El álbum que hoy funge como la matriz artística de esta iniciativa no es una reinterpretación más de los clásicos latinoamericanos, sino una clara muestra de él como una pieza musical consagrada tiene aun espacio de crecimiento sonoro y discursivo, no solo con la intención de rendir tributo sino de extender y potencializar el alcance estético y comunicacional de las versiones originales a niveles francamente exquisitos.

Un ejemplo concreto es la versión realizada de “La Jaibera”, la cual a nivel sonoro representa una experiencia musical magistral y engrandecida más allá de un “círculo completo”.

Que mejor catalizador de penas y proveedor de goce que el vaivén de un mar que nos bautiza, sana y limpia sin el prejuicio social que nuestra subjetividad posee, a través de este “bate que bate” percusivo impecable y la exquisitez de esta ciencia musical.

Esta antología promete un abordaje multidimensional que centra al océano a través de un ecosistema compuesto por la historial anticolonial, la geopolítica, la heroicidad, el placer, la espiritualidad y el deseo, mediante el matrimonio de la música y la palabra que se resignifica y reinventa en el contexto de una contemporaneidad que responde a un llamado crítico al que me aboco en esta labor curatorial.

El océano es el patrón indiscutible de un espacio público que resiste y se renueva frente al impulso avasallador y extractivo que la agenda del capital sobre la vida ha impuesto entre sus aguas, las cuales a menudo nos recuerdan que somos entidades minúsculas frente al poder de su majestuosidad.

Todas y todos los escritores, ensayistas, poetas y analistas participantes en esta colección de piezas refieren a contextos y experiencias intencionalmente diversas, que responden desde ángulos que por momentos pudieran parecer contraponerse, pero sin duda coinciden con frecuencia en muchas de las urgencias discursivas que interpelan esta iniciativa, las cuales entre otros asuntos apelan a reconfigurar la percepción normativa usualmente difundida sobre el ambientalismo desde una perspectiva desracializada y apolítica o bien de la música tradicional Latinoamericana a partir de un ejercicio no adjunto a sus matices históricos fundamentales.

En esa medida nos hemos dado a la tarea de indagar para poder comprender con mayor profundidad y sobretodo con justicia una experiencia tan compleja como la figura del océano desde una radiografía del sur global y para el mundo, a través sus múltiples registros artísticos e incluso desde sus posibilidades lúdicas y celebratorias que terminan por constituirse como una bella transgresión que nos genera un goce tremendo en esta coyuntura donde la incertidumbre rige.

Es de esta manera que las voces que componen este ejercicio literario son tan amplias en su tesitura como la sonoridad del proyecto musical que les antecede. Mujeres que no titubean en cruzar de la esquina a la academia sin vacilación, poetas del sol que nos habían prevenido desde hace tiempo sobre estos futuros distópicos, hijas del mar profundo bendecidas por Yemayá, plumas filosas con verdades necesarias y expertos en las ciencias del océano desde la experiencia humana más noble. Sean ustedes bienvenidxs, porque el mar es marasmo, maravilla y tiene mil tonos de azul para darle gusto al reflejo nuestro.

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